Los australianos recurren al cannabis medicinal para aliviar el dolor crónico

Los australianos recurren al cannabis medicinal para aliviar el dolor crónico

El consumo de cannabis medicinal en Australia va en aumento, con un número significativo de recetas emitidas para el tratamiento del dolor crónico. El cannabis medicinal consiste en productos legalmente prescritos derivados de la planta de cannabis, que incluyen ingredientes como el THC (tetrahidrocannabinol) y el CBD (cannabidiol). Estos cannabinoides pueden encontrarse en diversos formatos, como aceites, cápsulas, flores secas para vaporizar, aerosoles y comestibles como gominolas.

Desde los cambios normativos de 2016, se han concedido más de 700.000 autorizaciones de cannabis medicinal, aunque es probable que el número real de pacientes sea inferior, ya que un paciente puede recibir varias autorizaciones. Aproximadamente la mitad de estas aprobaciones son para el dolor crónico no relacionado con el cáncer. En Australia, el dolor crónico afecta a alrededor del 20% de las personas mayores de 45 años, lo que repercute significativamente en su calidad de vida.

Una revisión de 2021 analizó 32 ensayos controlados aleatorizados con casi 5.200 participantes con dolor crónico. Los resultados indicaron que, aunque se produjo una ligera mejoría del dolor y del funcionamiento físico en comparación con un placebo, los beneficios fueron modestos. En concreto, para ver una reducción de 30% en el dolor de una persona, sería necesario tratar a 24 individuos con cannabis medicinal. También se registraron mejoras mínimas en el sueño, pero no hubo mejoras consistentes en la calidad de vida en general.

Muchos especialistas en dolor se preguntan si las pruebas respaldan el uso generalizado del cannabis medicinal para el tratamiento del dolor. La Facultad de Medicina del Dolor sugiere que se limite a ensayos clínicos debido a las incertidumbres que rodean su eficacia.

La Administración de Productos Terapéuticos de Australia (TGA) refleja estas dudas, afirmando que existen pruebas limitadas de un alivio clínicamente significativo del dolor con cannabis medicinal para diversas dolencias. La TGA recomienda que el cannabis medicinal se considere sólo después de que se hayan probado las terapias estándar y no hayan proporcionado un alivio suficiente. Los productos de calidad farmacéutica, como los nabiximoles o los extractos de THC y/o CBD, se consideran más seguros que el cannabis inhalado por motivos de seguridad.

A pesar de las pruebas clínicas, muchos pacientes informan de resultados positivos del cannabis medicinal. Las respuestas individuales pueden variar significativamente, influidas por el estado de salud, las creencias personales y otros factores. Aunque la investigación proporciona una comprensión general de los resultados, algunas personas pueden encontrar alivio en el dolor, los trastornos del sueño o el bienestar general, sobre todo cuando otros tratamientos no han sido eficaces.

Sin embargo, el cannabis medicinal no está exento de riesgos. Entre los efectos secundarios más comunes se encuentran la somnolencia, los mareos, la sequedad de boca, las náuseas y la ralentización cognitiva. Estos efectos secundarios suelen ser más pronunciados en los productos con THC de alta potencia, cada vez más frecuentes en el mercado australiano. Un estudio preveía que más del 50% de las autorizaciones en 2025 corresponderían a THC de alta potencia. En particular, el número de participantes en estudios clínicos que declararon efectos secundarios fue mayor que el de los que experimentaron beneficios del cannabis medicinal.

Las interacciones con otros medicamentos plantean riesgos adicionales, sobre todo con fármacos que causan somnolencia, como los opioides, así como con medicamentos para la salud mental, anticoagulantes e inmunosupresores. Incluso el CBD, que no es tóxico, se ha asociado a interacciones graves con otros medicamentos. Los riesgos pueden aumentar cuando el cannabis es recetado por un médico que no está familiarizado con el historial médico completo del paciente, sobre todo porque muchas prescripciones se realizan a través de clínicas de telesalud separadas, lo que lleva a una atención fragmentada.

Otra preocupación es el desarrollo del trastorno por consumo de cannabis. Según un estudio reciente, aproximadamente 25% de las personas que consumen cannabis medicinal pueden desarrollar este trastorno, con síntomas de abstinencia como irritabilidad y trastornos del sueño en los consumidores habituales. También puede desarrollarse tolerancia, que requiere dosis más altas para lograr el mismo efecto, lo que aumenta aún más el riesgo de trastorno.

En comparación con otros tratamientos del dolor crónico, la eficacia del cannabis medicinal es modesta y no se recomienda como tratamiento independiente. La evidencia apoya intervenciones alternativas, como el ejercicio, la terapia cognitivo-conductual y la educación para el autocontrol, que pueden ofrecer resultados más eficaces y menores riesgos.

El creciente uso del cannabis medicinal para el dolor crónico refleja tanto la elevada prevalencia del dolor en la población como las barreras para acceder a tratamientos eficaces. Aunque algunos pacientes pueden experimentar beneficios, las pruebas actuales indican que estos beneficios son limitados para la mayoría de las personas y deben sopesarse frente a los posibles riesgos. Los pacientes que se planteen el uso de cannabis medicinal deben consultar a sus médicos de cabecera, en especial a los que conozcan su historial médico, para determinar cuál es el tratamiento más adecuado para el dolor.

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