Un reciente estudio de imágenes cerebrales ha revelado que los consumidores habituales de cannabis muestran una menor actividad espontánea en una región cerebral crítica responsable del control motor. La investigación, publicada en el Journal of Psychopharmacology, indica que, aunque el rendimiento en tareas cognitivas no difería mucho entre consumidores y no consumidores de cannabis, los que consumían cannabis con más frecuencia mostraban una actividad cerebral más débil correlacionada con síntomas más graves de trastorno por consumo de cannabis y tiempos de reacción más rápidos durante las evaluaciones cognitivas.
El estudio pretendía investigar cómo afecta el cannabis a la actividad cerebral relacionada con el movimiento, un área menos explorada en comparación con la atención y la memoria. Los estudios anteriores se han centrado en gran medida en cómo influye el cannabis en la función cerebral durante las tareas de memoria y toma de decisiones, dejando una laguna notable en la comprensión de sus efectos sobre los sistemas de control motor. Esto es vital, ya que la función motora depende de una coordinación precisa de la actividad cerebral, y cualquier alteración podría afectar a la vida cotidiana.
Los investigadores evaluaron a 67 adultos de Omaha, Nebraska, donde 34 participantes declararon haber consumido cannabis al menos dos veces por semana durante los últimos seis meses, y 33 declararon no haber consumido cannabis recientemente. Ambos grupos estaban emparejados por edad, sexo y factores demográficos. Los participantes se sometieron a entrevistas estructuradas sobre su historial de consumo de sustancias y completaron cuestionarios estandarizados para evaluar los síntomas del trastorno por consumo de cannabis.
El equipo de investigación empleó la magnetoencefalografía (MEG), una técnica de imagen no invasiva, para medir la actividad cerebral durante una tarea de flanqueo de Eriksen modificada. Esta tarea consistía en identificar la dirección de una flecha central ignorando las flechas circundantes, lo que permitía evaluar tanto el control cognitivo como las respuestas motoras rápidas. Los investigadores se centraron en la actividad cerebral oscilatoria en las bandas de frecuencia beta y gamma, conocidas por su papel en la planificación y ejecución motora.
Todos los participantes mostraban patrones normales de actividad cerebral motora, incluida una disminución de la actividad beta y un aumento de la actividad gamma en el momento del movimiento de la mano. La corteza motora primaria izquierda, que rige los movimientos del lado derecho del cuerpo, mostró las respuestas más intensas. Sin embargo, al analizar la actividad cerebral espontánea durante los periodos de descanso, los consumidores de cannabis mostraron una actividad gamma significativamente menor en el córtex motor primario izquierdo en comparación con los no consumidores. Esta reducción era específica de las oscilaciones gamma, ya que no se observaron diferencias en la actividad beta.
La gravedad de los síntomas del trastorno por consumo de cannabis se correlacionó con una menor actividad gamma espontánea, lo que indica una relación entre el grado de consumo y los cambios en la función cerebral. Además, los participantes con menor potencia gamma espontánea respondieron en general más rápido durante la tarea de flanqueo, sobre todo entre los consumidores de cannabis. Esto sugiere una posible relación entre la alteración de la función cerebral y las diferencias conductuales, especialmente en los tiempos de respuesta.
A pesar de las diferencias en la actividad cerebral, ambos grupos obtuvieron resultados similares en la tarea de flanqueo, mostrando respuestas más lentas durante los ensayos con flechas contradictorias, un fenómeno conocido como efecto flanqueo. Los niveles de precisión también fueron comparables, lo que sugiere que los consumidores de cannabis pueden compensar las alteraciones de la actividad cerebral para mantener el rendimiento.
Los resultados indican una relación compleja entre el consumo regular de cannabis, la función cerebral y el comportamiento. La reducción observada en la actividad gamma espontánea en la corteza motora coincide con hallazgos anteriores en otras áreas cerebrales afectadas por el cannabis. Se cree que la actividad gamma facilita la comunicación coordinada entre los circuitos cerebrales, y su supresión puede indicar cambios más amplios en la comunicación neuronal. Una hipótesis es que el cannabis altera el funcionamiento de las células cerebrales inhibitorias que producen los ritmos gamma, posiblemente debido a la interferencia del THC con la señalización GABAérgica.
El estudio reconoce varias limitaciones, como la falta de mediciones precisas sobre el momento del último consumo de cannabis antes de la prueba. Las variaciones en la potencia del cannabis, los métodos de consumo y la duración del consumo también podrían afectar a la actividad cerebral, pero estos factores no se controlaron por completo. Además, la tarea cognitiva utilizada puede no haber sido lo suficientemente exigente como para detectar diferencias sutiles en el rendimiento. Futuras investigaciones deberían considerar tareas más exigentes, muestras de participantes más grandes y medidas directas de la química cerebral para aclarar estos efectos observados.
A pesar de estas limitaciones, el estudio se suma al creciente conjunto de pruebas que relacionan el consumo habitual de cannabis con cambios en la función cerebral. Aunque estos cambios no parecían afectar al rendimiento en este caso, la reducción de la actividad gamma espontánea sugiere alteraciones neuronales más amplias asociadas al consumo excesivo de cannabis.
