BELÉN - En una granja de cannabis de Belén, Pamela Craddock y su marido han tomado una dura decisión: abandonan su cultivo este año debido a las graves restricciones de agua. Antes prósperos en la industria del cannabis, ahora se arrodillan entre hileras de plantas de marihuana muertas, lidiando con la realidad de su situación.
La decisión de la pareja de cesar sus actividades se debe a los crecientes problemas relacionados con los derechos de agua. A medida que las condiciones de sequía se intensifican en todo Nuevo México, las regulaciones estatales se están volviendo más estrictas, obligando a muchos cultivadores de cannabis a replantearse sus estrategias o a abandonar el negocio por completo. Este cambio en la política está teniendo un impacto directo en los cultivadores, que dependen en gran medida del agua para sus cultivos.
La experiencia de Craddock no es un caso aislado. Muchos cultivadores de cannabis de la región se enfrentan a dificultades similares, y algunos informan de la pérdida total de sus cosechas. El Departamento de Medio Ambiente de Nuevo México ha puesto en marcha controles más estrictos sobre el uso del agua, con el objetivo de gestionar el menguante suministro de agua del estado. Cultivadores como Craddock luchan por equilibrar las necesidades de sus plantas con las limitaciones impuestas por el Estado.
En un estado en el que el cultivo de cannabis se ha convertido en una industria floreciente desde su legalización, la escasez de agua supone una amenaza crítica. Las plantas de cannabis necesitan grandes cantidades de agua para crecer, y con el estado lidiando con sequías prolongadas, se espera que la situación empeore.
Los Craddock pasaron años construyendo su granja de cannabis, invirtiendo tiempo y recursos en crear un negocio sostenible. Sin embargo, ahora se encuentran en una encrucijada, ya que la disminución de los recursos hídricos les obliga a abandonar sus sueños de una cosecha exitosa. Su historia refleja una tendencia más amplia entre los cultivadores de cannabis de Nuevo México, y pone de relieve la urgente necesidad de un enfoque sostenible de la gestión del agua en la agricultura.
A medida que el estado continúa navegando por estos desafíos, muchos en la industria del cannabis están pidiendo soluciones que puedan apoyar tanto las necesidades agrícolas como los esfuerzos de conservación del agua. Sin estas medidas, el futuro del cultivo de cannabis en Nuevo México sigue siendo incierto.