La legalización del cannabis en Marruecos reconfigura la agricultura y la economía

La legalización del cannabis en Marruecos reconfigura la agricultura y la economía

Marruecos ha sido históricamente uno de los principales productores de hachís, con aproximadamente 47.000 hectáreas de tierra dedicadas al cultivo de cannabis a partir de 2019, según la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito. Durante muchos años, este cultivo existió en una zona gris de legalidad, especialmente en el norte de las montañas del Rif. Sin embargo, la aprobación de la Ley 13-21 en 2021 está cambiando el panorama del cultivo de cannabis en el país, proporcionando un enfoque estructurado para su producción y venta.

La Ley 13-21 legalizó oficialmente el cannabis con fines médicos, cosméticos e industriales. Esta reforma pretende regular el mercado negro existente, proteger a los agricultores y estimular la economía nacional a través de posibles exportaciones. En 2024, la Agencia Nacional para la Regulación de las Actividades Relacionadas con el Cannabis (ANRAC) había expedido 2.905 licencias para el cultivo, procesamiento y comercialización legales de cannabis, predominantemente en las provincias de Taounate, Alhucemas y Chefchaouen.

Esta transición legitima una industria que ha sido durante mucho tiempo la piedra angular de las economías rurales informales. Los agricultores obtienen ahora protección jurídica, acceso a los mercados y oportunidades de ingresos sostenibles. Durante décadas, el cannabis fue la principal fuente de ingresos para miles de agricultores marroquíes, pero sin regulación, se enfrentaban a la explotación de contrabandistas e intermediarios, con precios volátiles y la amenaza constante de detención o confiscación de tierras. Con el marco regulador establecido, el gobierno marroquí está posicionando el cannabis como un producto agrícola estratégico.

El Ministerio del Interior marroquí estima que el sector del cannabis legal podría generar más de $1 mil millones anuales en ingresos de exportación cuando esté plenamente operativo. El establecimiento de la primera planta de procesamiento de cannabis legal en Taounate a finales de 2023 marca un avance significativo en la economía nacional del cannabis. Se espera que esta instalación cree cientos de puestos de trabajo, apoyando a las cooperativas locales y abasteciendo a los compradores internacionales.

La legalización ya ha empezado a crear oportunidades de empleo en diversos sectores. Los agricultores tienen ahora un empleo formal a través de cooperativas autorizadas, y han surgido nuevas funciones en logística, pruebas, envasado y cumplimiento de la normativa. Según la ANRAC, cada hectárea de cannabis autorizada genera unos 10 puestos de trabajo, desde el cultivo hasta el control de calidad. Esta afluencia de empleo legal está ayudando a frenar la tendencia de los jóvenes a emigrar a centros urbanos o al extranjero en busca de trabajo. Con una mayor inversión en infraestructuras y educación, el cannabis podría servir de base para un desarrollo rural más amplio en las zonas menos desarrolladas de Marruecos.

En 2024, Marruecos exportó su primer cargamento de cannabis legal a Suiza, lo que supuso su entrada en el mercado internacional del cannabis medicinal. Este envío cumplía las estrictas normas farmacéuticas de la UE, lo que demuestra la dedicación de Marruecos a mantener la calidad. A medida que más países flexibilizan las leyes sobre el cannabis, Marruecos está bien posicionado para convertirse en un proveedor clave, en particular para Europa, donde su clima y ventajas geográficas son favorables. La demanda de variedades de cannabis orgánico con alto contenido de THC ofrece nuevas oportunidades a los exportadores marroquíes. Las empresas de semillas, como Herbies Seeds, han reconocido las favorables condiciones de cultivo de Marruecos, destacando a menudo las variedades autóctonas del país en sus ofertas para los cultivadores.

A pesar de estos avances, no todos los agricultores han conseguido introducirse en el mercado legal. Los críticos señalan que el proceso de concesión de licencias puede ser lento y burocrático, lo que dificulta su obtención a los pequeños agricultores. También ha surgido la preocupación de que surjan monopolios empresariales que desplacen a los cultivadores tradicionales, lo que podría socavar el control de la industria por parte de las comunidades rurales. Además, el cultivo de cannabis a gran escala plantea riesgos medioambientales, como el agravamiento de la escasez de agua en zonas montañosas ya de por sí susceptibles a los efectos del cambio climático.

La legalización del cannabis representa un cambio significativo para Marruecos, ya que puede servir de modelo para la revitalización rural a través de la reforma agrícola. Si el marco jurídico sigue siendo accesible, transparente y respetuoso con el medio ambiente, Marruecos puede convertirse en una potencia del cannabis y en un caso de estudio para el desarrollo sostenible en las economías posteriores a la prohibición. Los primeros indicadores muestran una trayectoria positiva: los agricultores se están alejando del estigma y la inseguridad del mercado negro, las inversiones están aumentando, los puestos de trabajo están volviendo, y Marruecos está pasando de ser un mero proveedor mundial de hachís a un actor legítimo en la creciente economía mundial del cannabis.

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