Australia está experimentando un aumento de las recetas de cannabis medicinal, que incluye productos derivados de la planta de cannabis y sus ingredientes activos como el THC (tetrahidrocannabinol) y el CBD (cannabidiol). Estos productos se pueden encontrar en diversas formas, como aceites, cápsulas, flores secas, aerosoles y comestibles.
Datos recientes indican que aproximadamente la mitad de las autorizaciones de cannabis medicinal en Australia son para dolores crónicos no relacionados con el cáncer. El dolor crónico afecta aproximadamente a uno de cada cinco australianos mayores de 45 años, lo que pone de relieve un importante problema de salud pública.
Una revisión de 2021 de 32 ensayos controlados aleatorios con casi 5.200 participantes evaluó el impacto del cannabis medicinal en el dolor crónico. Los resultados revelaron que los que utilizaban cannabis medicinal experimentaban mejoras modestas en los niveles de dolor y en el funcionamiento físico en comparación con los que recibían un placebo. En concreto, para lograr una reducción del dolor de 30% en un individuo, sería necesario tratar a 24 pacientes con cannabis medicinal.
La misma revisión observó ligeras mejoras en la calidad del sueño, pero no encontró beneficios consistentes en las medidas generales de calidad de vida. Los expertos, incluidos los de la Facultad de Medicina del Dolor, sostienen que las pruebas actuales no respaldan suficientemente el uso generalizado del cannabis medicinal para el tratamiento del dolor fuera de los ensayos clínicos.
La Therapeutic Goods Administration (TGA), organismo regulador australiano, ha expresado su cautela respecto al uso del cannabis medicinal para el dolor crónico no oncológico. La TGA subraya que las pruebas de un alivio clínicamente significativo del dolor son limitadas y recomienda que los pacientes exploren primero las terapias convencionales. El cannabis medicinal debe considerarse una opción secundaria una vez agotados los tratamientos estándar.
La TGA también desaconseja la inhalación de cannabis por motivos de seguridad, y prefiere productos de calidad farmacéutica como los nabiximoles, que contienen cantidades estandarizadas de THC y CBD.
A pesar de las pruebas contradictorias, muchos pacientes afirman encontrar alivio en el cannabis medicinal. Las respuestas individuales pueden variar en función del estado de salud y las creencias personales, lo que puede explicar por qué a algunos consumidores les resulta eficaz y a otros no.
Sin embargo, el cannabis medicinal no está exento de riesgos. Entre los efectos secundarios más comunes están la somnolencia, los mareos, la falta de concentración, la sequedad de boca y las náuseas. Estos efectos pueden ser más pronunciados con productos de THC de alta potencia, que han visto un aumento en las aprobaciones. Un estudio de 2024 indicó que una de cada cuatro personas que consumen cannabis medicinal puede desarrollar un trastorno por consumo de cannabis, con síntomas de abstinencia como irritabilidad y trastornos del sueño en algunos consumidores.
Además, las interacciones con otros medicamentos, en particular los que causan somnolencia o se utilizan para trastornos mentales, pueden plantear riesgos adicionales. La atención fragmentada, en la que los pacientes reciben las recetas de cannabis de distintas clínicas de telesalud, puede complicar aún más el tratamiento y aumentar las posibilidades de interacciones farmacológicas perjudiciales.
En comparación con otros tratamientos del dolor crónico, la eficacia del cannabis medicinal sigue siendo modesta. Las intervenciones establecidas, como el ejercicio, la terapia cognitivo-conductual y la educación para el manejo del dolor, suelen dar mejores resultados con menos riesgos. Sin embargo, la accesibilidad y asequibilidad de estas opciones puede ser difícil, especialmente en las zonas rurales.
El aumento del consumo de cannabis medicinal refleja no sólo la demanda de un alivio eficaz del dolor, sino también las carencias de las opciones sanitarias existentes. Aunque algunos pacientes experimentan beneficios, las pruebas sugieren que las ventajas pueden ser limitadas para muchas personas. Es fundamental que quienes se planteen el uso de cannabis medicinal consulten a sus profesionales sanitarios, preferiblemente a aquellos que conozcan su historial médico completo, para determinar las estrategias más adecuadas para el tratamiento del dolor.