Los legisladores malinterpretan la potencia del cannabis en medio del alarmismo

Los legisladores malinterpretan la potencia del cannabis en medio del alarmismo

La preocupación por la potencia del cannabis ha aumentado entre los políticos, pero el verdadero problema radica en su falta de comprensión de la propia sustancia. A medida que se extiende la legalización del cannabis recreativo, las discusiones sobre la potencia de la marihuana han reavivado los debates sobre sus riesgos, especialmente en lo que se refiere al consumo excesivo y a las repercusiones sobre la salud.

Desde la legalización del cannabis recreativo, los casos de consumidores que experimentan subidones extremos han alimentado el miedo, con ejemplos notables como el ataque de pánico de la periodista Maureen Dowd en 2014 tras consumir comestibles. Recientemente, algunos medios de comunicación, como el New York Times, criticaron a las empresas cannábicas por oponerse a las normativas propuestas que limitarían los niveles de THC entre 0,3% y 15%. Estas propuestas abarcan varios estados, entre ellos Nueva York y Colorado, y pretenden abordar los peligros percibidos de los productos de alta potencia, que a menudo contienen al menos 20% de THC.

Sin embargo, los expertos sostienen que estas normativas pasan por alto las complejidades de la potencia del cannabis. El Dr. Peter Grinspoon, médico y autor de la Facultad de Medicina de Harvard, señala que limitar los porcentajes de THC podría conducir inadvertidamente a un aumento del consumo. Si los pacientes se ven obligados a utilizar productos de menor potencia, podrían fumar o ingerir mayores cantidades, lo que podría dañar sus pulmones.

Históricamente, los críticos han afirmado que el cannabis débil era perjudicial porque los consumidores tenían que fumar más. Ahora, la narrativa se ha desplazado a la alta potencia como un peligro, lo que Grinspoon cree que es erróneo. Para los pacientes médicos, estas restricciones no sólo encarecerían sus tratamientos, sino que podrían agravar problemas de salud ya existentes.

Brien Hoffhine, director de cultivo de Loudbird Cannabis en Colorado, se hace eco de este sentimiento. Destaca un malentendido derivado de la Ley Agrícola de 2018, que define la potencia del cannabis basándose únicamente en los niveles de THC delta-9. Este enfoque estrecho ignora el THCA, un compuesto que se convierte en THC cuando se calienta, así como otros cannabinoides que contribuyen a la experiencia general del cannabis. Hoffhine señala que, aunque los consumidores suelen preferir productos con alto contenido de THC, la potencia que figura en las etiquetas puede ser engañosa debido a la variabilidad de los resultados de laboratorio y a posibles tácticas de marketing que inflan las cifras.

Masha Ty, probadora de productos de cannabis del laboratorio ACS de Florida, cuenta que su laboratorio ha perdido clientes por negarse a inflar los porcentajes de THC. Esta práctica suscita dudas sobre la integridad del etiquetado de los productos y la confianza de los consumidores. A diferencia del alcohol, en el que la potencia es directa, en el cannabis intervienen muchos cannabinoides que afectan a las experiencias individuales de forma diferente. Factores como la bioquímica personal y la presencia de terpenos -compuestos aromáticos que pueden influir en los efectos del cannabis- añaden capas de complejidad a la comprensión de la potencia.

Aunque los productos con alto contenido de THC pueden producir efectos intensos, es posible que no ofrezcan la experiencia equilibrada que proporcionan otras mezclas de cannabinoides. Grinspoon advierte que no hay que dar prioridad a la potencia del THC sobre los beneficios generales del cannabis, y sugiere que las opciones con menos THC también pueden ser eficaces y más seguras para los consumidores. Aboga por una investigación más exhaustiva sobre los distintos compuestos del cannabis y cómo interactúan con cada consumidor.

La educación es crucial, especialmente en lo que respecta a los comestibles de cannabis, ya que algunas personas pueden no metabolizar el THC de forma eficaz, lo que provoca efectos diversos. Hasta que los legisladores no comprendan los entresijos de la potencia del cannabis y sus efectos en los distintos grupos de población, seguirá siendo difícil establecer normativas eficaces y seguras. La atención debería desplazarse de la mera limitación de los niveles de THC a la comprensión de todo el espectro de componentes del cannabis y sus efectos sobre la salud.

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