Los jóvenes de Oregón se encuentran entre los mayores consumidores de cannabis de Estados Unidos, con estadísticas alarmantes que revelan que 87% de las personas de 12 a 17 años perciben poco o ningún riesgo en consumir marihuana una vez al mes. Este hallazgo salió a la luz durante una reciente reunión del Comité de Salud Infantil y del Comportamiento del Senado, en la que profesionales de la salud debatieron las implicaciones del consumo de cannabis entre los jóvenes.
El cannabis sigue siendo ilegal para los menores de 21 años en Oregón, excepto para los que tienen receta médica. A pesar de ello, el estado ocupa el cuarto lugar del país en consumo de cannabis entre los jóvenes, lo que suscita la preocupación de los expertos médicos. El Dr. David Rettew, director médico de Lane County Behavioral Health, destacó la gran diferencia entre los riesgos reales y los percibidos asociados al cannabis. A diferencia del tabaco y el alcohol, ampliamente reconocidos como peligrosos, muchos jóvenes de Oregón no reconocen los daños potenciales del cannabis.
El estado también está siendo testigo de un aumento de los problemas de salud mental entre sus jóvenes, con tasas de suicidio entre los jóvenes que superan constantemente la media nacional. El representante Ed Diehl hizo hincapié en la necesidad de abordar los factores que contribuyen a esta crisis, que describió como una "tormenta perfecta" de un mayor acceso al cannabis, el aumento de la potencia del producto, y una narrativa cultural que resta importancia a los riesgos. Afirmó: "Nuestros jóvenes están siendo engañados, y su salud y su futuro están en juego".
Los estudios indican que, aunque la mayoría de los consumidores de cannabis no desarrollan problemas de abuso de sustancias, su consumo puede aumentar la probabilidad de experimentar con drogas más peligrosas. El Dr. Rettew se refirió a un preocupante estudio que demostró que la exposición a THC en ratas no sólo aumentaba sus probabilidades de consumir opiáceos más adelante, sino que también afectaba a su descendencia de forma similar a través de la epigenética. Otros riesgos asociados al consumo de cannabis son el aumento de la probabilidad de comportamientos violentos, el deterioro cognitivo, la disminución de la motivación y el agravamiento de la ansiedad. En particular, el consumo de cannabis está vinculado a un mayor riesgo de trastornos psicóticos en comparación con otras sustancias, incluidas las metanfetaminas.
Para combatir estos problemas, el Dr. Rettew recomendó varias estrategias, como lanzar una campaña de salud pública para corregir la desinformación, ampliar los programas de prevención, aplicar límites de potencia más estrictos a los productos de cannabis y endurecer la normativa contra la publicidad falsa dirigida a menores. Expresó su preocupación por las continuas tergiversaciones de los efectos del cannabis, señalando: "Es ilegal afirmar que el cannabis trata la depresión, y las pruebas sugieren lo contrario".
David Jernigan, profesor de la Facultad de Salud Pública de la Universidad de Boston, se hizo eco de estas preocupaciones y abogó por políticas que restrinjan la influencia de la industria del cannabis. Sus propuestas incluían la aplicación de un límite máximo de THC similar a las normativas sobre alcohol y tabaco, un control más estricto de los productos de alta potencia y la limitación de la influencia de las empresas cannábicas en los puestos de asesoramiento gubernamental. Jernigan subrayó la importancia de que las empresas de cannabis sigan siendo pequeñas y diversas para evitar prácticas monopolísticas.
Además, un estudio reciente dirigido por Julia Dilley, del Departamento de Salud del Condado de Multnomah, reveló un preocupante aumento de las intoxicaciones relacionadas con el cannabis entre los niños. En 2023, los niños de 0 a 5 años representaron un tercio de todos los casos de exposición al cannabis notificados al Centro de Intoxicaciones de Oregón. El aumento de los incidentes se produce tras un cambio de política en 2022 que aumentó el contenido de THC permitido en los comestibles de 50 miligramos a 100 miligramos por paquete. Dilley indicó que el aspecto atractivo de los comestibles de cannabis, que a menudo se parecen a galletas o brownies, puede llevar a los niños a ingerirlos sin saberlo. Aunque muchos niños se recuperan de tales exposiciones, algunos experimentan graves problemas de salud que afectan a su respiración, ritmo cardíaco o consciencia.
Los responsables sanitarios y políticos de Oregón se enfrentan a decisiones críticas a la hora de abordar los riesgos percibidos del consumo de cannabis entre los jóvenes. Con el aumento de las tasas de consumo y los riesgos para la salud asociados, una educación pública y una regulación eficaces serán esenciales para proteger la salud y el futuro de la población joven de Oregón.
