Los consumidores se fijan cada vez más en la calidad de los extractos de cannabis y en cómo se elaboran estos productos. Los métodos de extracción se pueden clasificar en dos categorías principales: con disolventes y sin disolventes. Los detractores de la extracción con disolventes argumentan que puede dejar residuos químicos nocivos, mientras que los partidarios sostienen que cualquier residuo está presente en cantidades minúsculas y seguras. Por el contrario, los métodos sin disolventes buscan la máxima pureza evitando por completo el uso de productos químicos.
El mercado mundial de extractos de cannabis se valoró en $4,3 mil millones en 2023, según Grand View Research, una firma de investigación de mercado con sede en San Francisco. Se espera que este mercado crezca a una tasa de crecimiento anual compuesta de 20%, alcanzando una cifra estimada de $15.500 millones en 2030. Para generar confianza en el consumidor y promover la sostenibilidad en esta industria, las empresas deben dar prioridad a sus procesos de extracción. Los métodos más saludables no sólo preservan los compuestos beneficiosos de la planta, sino que también minimizan los posibles riesgos para la salud.
La extracción con disolventes emplea sustancias químicas como alcohol, dióxido de carbono (CO2) y butano para disolver los tricomas y crear extractos de alta potencia. Estos disolventes se eliminan posteriormente mediante evaporación al vacío, lo que da como resultado una resina concentrada rica en cannabinoides y terpenos. Lo Friesen, fundador y director ejecutivo de Heylo, una empresa de extracción de cannabis ubicada en Seattle, hace hincapié en la importancia de eliminar los hidrocarburos residuales, afirmando: "No quieres hidrocarburos residuales, la exposición a eso no es segura". Menciona que los pasos posteriores al procesamiento se desarrollan para garantizar el cumplimiento de las normativas estatales relativas a los disolventes residuales en el producto final.
La eficiencia desempeña un papel crucial en el debate sobre la extracción. Michael Sassano, fundador y consejero delegado de Somai Pharmaceuticals, un fabricante farmacéutico con sede en Portugal, señala que la extracción con hidrocarburos es uno de los métodos más eficientes para obtener cannabinoides y terpenos. Afirma que "se obtienen mayores rendimientos, mayor pureza y más abundancia de terpenos", destacando las ventajas de este método frente a otros.
Por otro lado, la extracción sin disolventes utiliza procesos físicos como la agitación, el agua, el calor y la presión para separar los tricomas de la planta de cannabis. Este método puede realizarse manual o mecánicamente. Darwin Millard, director técnico de Cannabis Safety & Quality, un servicio de conformidad con sede en San Luis, señala que el método de consumo influye en el proceso de extracción que debe utilizarse para el THC. Millard clasifica los productos tópicos de cannabis como los de menor riesgo, seguidos de los comestibles, mientras que la inhalación se considera el de mayor riesgo. Millard explica que "la salud del consumidor es un concepto estratificado" y aclara que los distintos métodos de consumo tienen implicaciones diferentes para la salud.
Friesen y Millard tienen opiniones divergentes sobre el debate disolvente/sin disolvente. Friesen prefiere el proceso de extracción con CO2, que según él elimina eficazmente la levadura y el moho del extracto. Se refiere a él como el "disolvente sin disolvente" debido a su naturaleza más limpia. El debate en torno a estos métodos de extracción pone de relieve la importancia de la seguridad de los consumidores y la calidad de los productos del cannabis en un mercado en rápido crecimiento.