El auge del cannabis en Nuevo México compite con la agricultura en Chile

El auge del cannabis en Nuevo México compite con la agricultura en Chile

Desde la legalización del cannabis recreativo en Nuevo México en 2021, el estado ha sido testigo de un creciente debate: ¿superará el cannabis al tradicional cultivo de chile como su principal producto agrícola? Las evaluaciones actuales de granjas en todo Nuevo México revelan un panorama agrícola complejo que lidia tanto con oportunidades como con desafíos.

En el valle de Española, Matt Romero, un agricultor experimentado, muestra su próspera cosecha de chiles, en concreto los pimientos Big Jim, conocidos por su tamaño y sabor. Romero, que lleva más de dos décadas en el mercado agrícola de Santa Fe, suele traer 1.000 libras de pimientos a la semana. Sin embargo, ha considerado la posibilidad de centrarse en el cannabis debido a su naturaleza lucrativa, ya que el mercado del cannabis ha generado más de 1.500 millones de euros en ventas desde la legalización, frente a los 1.132,5 millones de euros del chile en el mismo periodo.

Nuevo México es conocido por producir casi el 80% del chile del país, pero el cultivo se enfrenta a importantes retos, como la escasez de agua, los problemas laborales y el aumento de los costes de producción. El estado experimentó un drástico descenso en la superficie cultivada de chile, de 34.000 acres a principios de la década de 1990 a sólo 8.500 acres en 2023. La cantidad producida también cayó de 106.500 toneladas a menos de 50.000 toneladas durante el mismo periodo. Entre los factores que han contribuido a este declive están las importaciones más baratas de México tras el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) y las dificultades para encontrar mano de obra para el exigente trabajo físico de la cosecha.

Stephanie Walker, experta en genética de chile, trabaja en el desarrollo de una nueva variedad de pimiento, el NuMex Odyssey, diseñado para la recolección mecánica con el fin de hacer frente a la escasez de mano de obra. Esta nueva raza pretende simplificar el proceso de recolección, con sus plantas de un solo tallo y frutos más altos para facilitar la recogida.

En cambio, el cultivo de cannabis presenta sus propias complejidades. Los cultivadores de cannabis de Nuevo México deben cumplir una estricta normativa, que incluye un seguimiento detallado de cada planta y pruebas de laboratorio obligatorias para detectar contaminantes. La fiebre inicial por la producción de cannabis provocó un exceso de oferta que hizo bajar los precios de $90 a $60 la onza. Esta caída de precios ha afectado gravemente a las pequeñas explotaciones y dispensarios, muchos de los cuales luchan por seguir siendo rentables.

Actualmente, Nuevo México cuenta con 670 dispensarios de uso recreativo, pero casi 70% de ellos declaran ingresos inferiores a $50.000 al mes. A medida que el mercado se estabiliza, los expertos advierten de un ajuste de cuentas en el sector, ya que muchos dispensarios operan con márgenes estrechos.

Agricultores como Tyler Holmes, que gestiona Morrow Farms, expresan su preocupación por el futuro de ambos cultivos. La competencia por la tierra y los recursos hídricos se intensifica a medida que los promotores inmobiliarios se fijan en terrenos agrícolas para posibles proyectos de viviendas, lo que amenaza aún más la agricultura local. El nivel freático sigue bajando, lo que afecta al rendimiento de los cultivos y aumenta el riesgo de tormentas de polvo.

Los retos a los que se enfrentan el cultivo tradicional de chile de Nuevo México y el emergente mercado del cannabis reflejan una narrativa más amplia de adaptación y supervivencia en un entorno agrícola cambiante. Los agricultores deben sopesar el significado cultural del chile y el atractivo rentable del cannabis, mientras navegan por un paisaje plagado de presiones económicas y medioambientales.

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